domingo, 7 de febrero de 2010

Mariposas sobre la cama

Aquella mañana, Beatriz se despertó antes de que sonara el reloj. Había activado la alarma para que la despertara a las cinco de la mañana; pero estaba inquieta y no le dio tiempo a que sonara. Se despertó antes. Tenía mucho trabajo atrasado y quería adelantarlo y terminar pronto. Había dejado la estufa encendida durante la noche y, al destaparse para levantarse, notó la templanza que envolvía la habitación. En la calle, el aire silbaba fuerte y estrellaba la lluvia contra los cristales. Pensó que el día iba a ser duro en todos los sentidos y, al instante, se arrebujó en su cálida cama, abandonándose a la pereza.
-¡No estoy! ¡Que nadie me busque! -dijo en voz alta.
Saboreó apenas unos segundos aquel estado de remoloneo. Sin embargo, la ropa no tardó mucho en volar hacia el suelo y, tomando impulso, saltó de la cama para meterse resuelta en la ducha. Era la mejor manera de despertar del todo y ponerse a sus obligaciones. Ese día, tenía la primera clase a las once y media de la mañana y dos clases más por la tarde. Como no pensaba salir hasta la hora de clase, se colocó de nuevo el pijama. Colocó la montaña de libros que la esperaban en el orden que iba a seguir para trabajarlos y se preparó un tazón con cereales. Acto seguido, y poniendo en forma sus energías con el desayuno, empezó a leer el tema de Teoría de la Literatura que tenía que resumir, dando viajes aparentemente distraídos con la cuchara, prestando más atención a la lectura que a ésta. Para cuando sonó el despertador, que no había desactivado, ya estaba imbuida en su trabajo y se había olvidado del día tan malo que haraganeaba en la calle.
Sonó el móvil:
-Beatriz, Óscar se va. Ven si quieres despedirte de él -Le dijo Macarena.
Soltó el bolígrafo sobre el folio y, a la velocidad del rayo, se cambió el pijama por ropa de calle. Se abrochó su abrigo de lana, se puso la bolsa en bandolera, se cubrió con un impermeable y se fue a ver a Óscar.
-Tengo que ser fuerte. Tengo que ser fuerte -se iba repitiendo por el camino. Temblaba, creía que de frío, y se frotaba de vez en cuando los brazos para espantarlo.
Cuando llegó, encontró a Óscar dormido. Macarena la estaba esperando en la puerta y, al verla llegar, salió a su encuentro y la abrazó llorando:
-Entra y háblale. Tiene muchas ganas de verte. Yo me quedo fuera y, ya sabes, si me necesitas me llamas que estoy aquí, como siempre. Comprendes que no entre ahora, ¿verdad? No quiero que me vea llorar.
Las paredes blancas y frías de su habitación en el hospital estaban forradas con los dibujos que Beatriz le pintaba cada vez que iba a verlo. Clavadas con chinchetas, había pinturas de un osito enamorado que escondía una flor tras su espalda, un dragón sonriente sobre una enorme bola azul, una niña rodeada de flores y pajarillos, un niño que duerme tranquilo junto a un castillo encantado que sonríe por sus ventanas y que vela su sueño, un paraguas abierto que frena una lluvia de diminutas estrellas... Montones de dibujos que recreaban la vista de Óscar y que daban vida a una fantasía prisionera entre batas, zuecos, ruído de carros, olor a impotencia y ganas de vomitar.
-Óscar. ¿Estás dormido? -le preguntó en voz baja presionando ligeramente su mano.
-Hola, Bea -respondió casi en un susurro, mientras abría los ojos para mirarla.
-¿Cómo estás hoy, campeón?
-Mejor, pero tengo sueño.
-¿Quieres que me vaya y que te deje dormir? Puedo venir otro día, ya lo sabes.
-No. No te vayas.
Intentó incorporarse. Quiso sentarse en la cama para jugar con ella, como hacía cada vez que lo visitaba, pero no pudo hacerlo.
-No te levantes que hace frío y te puedes resfriar -propuso resuelta en tanto que le colocaba otra almohada debajo de la cabeza para que estuviera un poco más incorporado-. Mejor te quedas así tapadito y me dices qué quieres que haga, ¿vale? Ya te levantarás otro día que no tengas sueño y que el tiempo no sea tan feo.
Óscar mostró su conformidad asintiendo con la cabeza:
-Quiero que me pintes mariposas.
-¡Pues venga! ¡Verás qué bonitas van a ser!
Y sacó de la bolsa que llevaba en bandolera unos folios y unos lápices de colores. Le pintó una mariposa tomando el sol en la playa, otra que iba de safari en la trompa de un elefante, una tercera sobre un sombrero con alas y, cuando pintó una posándose en la nariz de un dormilón que roncaba, Óscar sonrió. En poco tiempo hubo sobre la cama muchas mariposas felices. Cada folio era un cuadro. Cada historia, una dicha robada.
-Quiero que me pintes otra en la cola de un cometa que va hacia el sol.
Y Beatriz se la pintó.
-Es muy bonita.
Le costaba mucho hablar y ella lo escuchaba con la sensación de tener un puño apretando su garganta.
-¿Quieres que las ponga en la pared?
-No. Déjamelas aquí. Lo que quiero que hagas es otra cosa.
-Pues, dime qué es.
-Quiero que te lleves a mi madre a tomar café.
-¿Y eso?
-Es que quiero convertirme en mariposa y si mi madre está aquí no me va a dejar.
Beatriz comprendió. La madre, que observaba en silencio a través de la rendija de la puerta, también comprendió.

Cuando por la tarde acudió a la facultad, en un rincón del pasillo Beatriz lloraba. Su amigo Óscar de ocho años, al que ella solía visitar y con el que tantas veces había reído viajando por mundos imaginarios, había muerto de cáncer.
-Óscar ha muerto -me contaba entre sollozos-. Quiso hacerlo solo como un valiente. Nosotras nos quedamos en el pasillo para cumplir su voluntad. Macarena miraba por la rendija de la puerta. Lloraba en silencio para que el niño no la oyera. Pero en el último momento, entró y lo abrazó llenándolo de besos:
»-Vete y sé libre, mi amor. Pero espérame en el cielo -le decía.
»Yo he sentido su paz, ¿sabes? la he respirado y sé que está bien allí donde está; pero llevo en el alma, como alfileres, los ojos de una madre cargados con la tristeza de un silencio de lágrimas secas.

© Mara Romero Torres

1 comentario:

  1. hola reciente amiga, y deseada pues hay muchas clases de amiga, por eso tu seras mi amiga deseada.
    pues es mi deseo ser tu amiga,
    mañana cuando descargue las fotos las subiré a mi blog, el cual tu ya conoses.. pues es ese de Gaditana ... toma mi correo.
    no tengo palabras para expresar lo que me habéis echo sentir, a si que mañana cuando las encuentre te la sescribire... :)

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